Un estudio publicado recientemente en la revista Local
Environment: The International Journal of Justice and Sustainability sugiere
que los jóvenes que hacen del uso de la patineta una práctica común no sólo
explotan, sino que también transforman los espacios urbanos, mejorándolos a
través del juego.
El mismo fue elaborado por Francisco Vivoni, quien -a partir
de un trabajo de campo etnográfico- se centró en la ciudad de Chicago, donde la
construcción de la infraestructura del ocio y el entretenimiento busca seguir
un modelo ambientalmente responsable.
Acorde a lo señalado por el investigador, al buscar las
mejores extensiones para deslizarse, los skaters emprenden un proceso de
exploración, apropiación creativa y disfrute de los diferentes terrenos
urbanos. A través de esta experiencia lúdica, tanto calles, como veredas y
plazas –entre otros lugares- son resignificados, reutilizados y, a la vez,
cuidados.
Una forma en la que esto queda plasmado es la preparación de
rampas o plataformas en las cuales se practican saltos y piruetas. Las mismas
se logran mediante el alisamiento de superficies rugosas con una capa de cera
de vela que permite a las patinetas adquirir mayor velocidad en sus
desplazamientos. Esta cobertura va dotando al paisaje urbano de huellas que
funcionan como señales que comunican a otros skaters los mejores lugares para
desplegar el deporte. Son evidencias del uso alternativo que se le puede dar al
medio e indicadores de los puntos tácitos de encuentro colectivo.
Uno de los puntos que destaca el informe es que los
patinadores -al menos los de Chicago- ejercen la reapropiación incluso de áreas
que no tienen permitido usar, negándose a estar confinados en los parques que
les fueron asignados.
“Otros usuarios del espacio público pueden interpretar esta
práctica como congruente con la vagancia, el vandalismo y la distorsión de la
propiedad. Pero para los patinadores, el armar las plataformas encabeza una
visión alternativa de la sustentabilidad”, subrayó Vivoni.
El autor afirma que a partir de estos comportamientos puede
identificarse toda una ética particular de cuidado de los entornos dados, la
cual nace en este caso de la unión entre los skaters y la agenda de
sostenibilidad de la ciudad de Chicago.
Los patinadores “encabezan una alternativa de
sustentabilidad a través de tácticas lúdicas que promueven una ética del
cuidado de los ambientes construidos”, transformándose de esta manera en
verdaderos “agentes de cambio a través de su práctica cotidiana”, afirmó
Vivoni, agregando luego que, lejos de dañar el medioambiente, los skaters
llevan adelante una conducta diferente (y positiva) con respecto a su cuidado:
lo que los expertos denominan una “sostenibilidad alternativa”.